Museo
de la
Memoria
El Museo de la Memoria es un espacio que está dedicado a preservar y promover la reflexión sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Uruguay en el siglo XX, específicamente durante la dictadura cívico-militar que se extendió entre 1973-1985. Este espacio funciona como un centro de documentación, educación y memoria colectiva, el cual tiene el objetivo de fomentar la conciencia histórica. A través de sus exposiciones, archivos y actividades, se busca mantener vivo el recuerdo de quienes sufrieron persecución, represión y desaparición forzada, resguardando la memoria como herramienta para evitar que estos hechos se repitan. En este sentido, la casa quinta donde hoy se encuentra este museo no es sólo un lugar de memoria reciente sino que también, cuenta con un entramado histórico mucho más amplio, para comprender su evolución es necesario conocer sus orígenes.
La Casa Quinta fue construida en la década de 1880, como una residencia de verano para el presidente uruguayo Máximo Santos, quién gobernó el país entre 1882-1886. Está ubicada en el barrio de Sayago, en aquel entonces era una zona rural, alejada del centro de Montevideo, la quinta forma parte de un fenómeno típico de la época: la construcción de residencias de descanso por parte de figuras del poder político, en espacios naturales que les ofrecían tranquilidad, aire puro y contacto con el paisaje. Máximo Santos, militar de carrera, asumió la presidencia en un contexto donde había una fuerte inestabilidad política. Durante su mandato buscó consolidar el poder central y modernizar el Estado. La construcción de esta casa no solo respondía a sus necesidades de descanso, sino también al deseo de afirmar su estatus social, en un tiempo en que las casas señoriales con jardines eran símbolo de prestigio y refinamiento. La residencia fue concebida como una casa de recreo, rodeada de amplios espacios verdes, la cuál se convirtió en un lugar de encuentro para figuras del gobierno y del entorno presidencial. En ese entonces, Sayago aún no formaba parte plenamente del tejido urbano de Montevideo, lo que reforzaba el carácter retirado y exclusivo de la propiedad. Con el paso del tiempo, la quinta fue cambiando de funciones y dueños, pero logró mantenerse en pie y conservar parte de su estructura original. Hoy constituye un testimonio valioso de una etapa clave de la historia nacional, en la que el poder político comenzaba a institucionalizarse mientras surgía una nueva visión de la ciudad y el territorio. La Quinta de Máximo Santos no solo habla de un personaje sino de un momento clave en la conformación del Uruguay moderno.


